
La historia de cómo se aprendió a medir la temperatura es interesante y poco común. Los termómetros fueron inventados mucho antes de que la gente supiera lo que realmente se medía con ellos.
Al medir ángulos en el cielo o distancias en la tierra, el hombre sabía lo que hacía. No se podía decir lo mismo sobre la temperatura. La Temperatura está ligada a conceptos bastante indefinidos como los de calor y frío, que en la conciencia del hombre se encontraban fijados desde su creación, más o menos, junto a los conceptos de olor y sabor y nadie preguntaba ni trataba de determinar cuantas veces era un plato más sabroso que otro o en cuántas veces el olor del pasto se diferenciaba del de las rosas. Por otro lado los cuerpos calientes y fríos siempre se han podido disponer en una fila y determinar al tacto cuál de dos cuerpos es el mas caliente.
El hombre sabe desde tiempos inmemoriales que cuando dos cuerpos están en estrecho contacto entre ellos se establece lo que hoy llamamos equilibrio térmico. Si introducimos una mano en el agua, ésta se calienta o se enfría en la misma medida que el agua.
Por doquier en la naturaleza se observan flujos de calor y desde hace mucho tiempo los naturalistas vieron en esto la manifestación de las magnas leyes de la naturaleza.
En cuanto a lo qué es el flujo de calor, el equilibrio térmico y que significa el grado de calentamiento de un cuerpo, existían diversas opiniones: Los sabios de la antigüedad y los escolásticos de la edad media relacionaban con el calor y el frío las propiedades de atracción y repulsión. Muy poco era lo que se podía explicar partiendo de tal definición.

Probablemente fueron los antiguos médicos los primeros que necesitaron una escala comparativa y suficientemente exacta del “calor” de los cuerpos. Ellos notaron desde antaño que el estado de salud de las personas está ligado al “calor” de su cuerpo y que los medicamentos son capaces de modificar este “grado de calor”. A cada medicina se le atribuía capacidad de enfriamiento o de calentamiento y la medida de su acción se determinaba por su grado, que en latín significa escalón. Sin embargo, el calor y el frío no eran considerados cualidades opuestas; el calor se moderaba con la humedad y el frío con la sequedad. Galeno, el gran médico de la antigüedad, que vivió en el siglo II de nuestra era, consideraba que las medicinas debían ser clasificadas por sus grados: de calor, de frío, de humedad y de sequedad. De manera que existían cuatro tipos de grados y cada uno de ellos además se dividía en tres partes.
Las medicinas se mezclaban entre sí y las mezclas resultantes tenían distintos grados. Mezcla en latín significa “Temperatura”. Lo cierto es que Galeno no dio ninguna relación numérica entre las concentraciones de las mezclas y sus grados. Con este objetivo fueron desarrolladas numerosas teorías, pero el problema de determinar el grado de una mezcla según el grado de sus componentes nunca fue resuelto.

De ciertos “grados de calor” indeterminados del cuerpo calentado se hablaba incluso antes de Galeno. A menudo se hace referencia a Herón de Alejandría, que utilizaba para ello la propiedad del aire de dilatarse cuando se calienta. Sin embargo, la verdadera historia de la ciencia Termodinámica comenzó tan sólo con Galileo y lo que hoy se conoce como ^El termoscopio de Galileo^, que consistía en un cilindro de vidrio cerrado por los extremos y con una mezcla de agua y alcohol en su interior. Flotando en el líquido, unas esferas contenían líquidos de colores. Una etiqueta adherida a cada esfera mostraba un determinado grado de calor. Dependiendo de la temperatura del líquido, las esferas flotaban o se hundían más o menos, y la esfera más baja de las que flotaban era la que indicaba la temperatura. Un poco complicado, pero fue el primer termómetro con una cierta fiabilidad.
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